Elijo escuchar. Elijo elegir. Primera parte.

– ¿Deprisa? No es que vaya deprisa, es que tengo muchas cosas que hacer y poco tiempo para hacerlas.

– Yo creo que corres demasiado, por eso siempre te falta tiempo. Tal vez deberías plantearte parar. A no ser que estés bien…

– Bien, bien, no estoy. Duermo poco y le doy muchas vueltas a la cabeza. Y me falta tiempo para mí y los míos. Lo que ocurre es que ahora estoy muy ocupado con mis obligaciones y tengo que hacerles frente.

– Te entiendo, pero no olvides que todo tiene un precio, y el de no parar cuando lo necesitas, para aprender a escucharte a ti mismo y a los demás, es muy alto, y tarde o temprano llega.

– Entonces, ¿La solución está en parar?

– La solución no sé, pero el principio de todo, seguro. No es fácil tomar una decisión sobre algo si no tienes la objetividad suficiente, y para tenerla, es necesario ser capaz de detenerse.

– Pero ahora no puedo parar, me es imposible.

– ¿Estás seguro? ¿Lo has pensado bien? ¿Qué te lo impide?

– No lo sé… Siempre he hecho muchas cosas en mi vida y no estoy seguro de que sea capaz de estar quieto. Las pocas veces que no he tenido nada que hacer me he agobiado mucho porque no estoy acostumbrado a que eso pase. Es mi manera de vivir, no he conocido otra realidad.

–  Acabas de definir la raíz del problema. Estás enganchado al movimiento, y lo que tú consideras realidad, no es más que un guión creado por ti mismo y tu entorno, todas las personas que ejercen influencia en ti. Y todo ello siempre vinculado a la velocidad. Esto te lleva a escenarios donde sólo de vez en cuando consigues recordar que en esta vida lo que importa realmente es estar bien y hacer aquello que te guste. Si te has olvidado de esto deberías plantearte un cambio en tu vida.

– ¿Cambiar de vida? No sé si estoy preparado.

– No lo sabes porque tienes miedo, y éste te impide ver con claridad. La inercia de tantos  años viviendo este esquema es la que no te deja respirar y pararte a escuchar. Tranquilo, parece muy difícil pero no lo es tanto. Puedes hacerlo. Ten fe.

– Qué fácil parece cuando lo dices, pero no sé por dónde empezar. Me parece imposible.

– No es imposible. Todas las grandes historias empiezan por un principio. Un punto de cambio en el que siempre se ha de reconocer un sentimiento: el de la aceptación. Acepta que no has encontrado tu camino y que ni siquiera sabes bien por qué. Ése es el primer paso. Sin él, estás a merced del azar, de todo aquello que no podemos controlar, y por supuesto, del tiempo. Lo demás, será lo siguiente.

– Pero si ni siquiera sé lo que quiero. ¿Cómo voy a parar y a arriesgarme a perderlo todo? ¿Y si me equivoco? ¿Y si no tomo la decisión acertada?

– Sí sabes lo que quieres, pero hace demasiado que no te escuchas. Crees que lo haces, pero no es así, porque si realmente lo hicieras, hace ya mucho tiempo que habrías cambiado de actitud y de vida. Y dime, ¿cómo vas a escucharte si no paras? ¿Sabes lo que es el silencio? El silencio es algo grande, muy grande. No tengas miedo a sentirlo.

 

De una conversación así, conmigo mismo, surgió la idea de El Secreto de las Tortugas. La idea que lo cambió todo en mi vida. Años después, con Fácil, ha ocurrido algo parecido. Había vuelto a olvidar algo esencial: elijo yo. Así de simple. Así de Fácil.

Si eres capaz de entender esto que estoy diciendo e interiorizarlo, ten presente que tu vida puede empezar a cambiar en el preciso momento en que acabes de leer este escrito.

Nuestro destino debe quedar determinado principalmente por nuestros actos, no por nuestras palabras. Y para actuar tienes que tener muy claro lo que quieres y cómo quieres hacerlo, y no puedes incurrir en el error de pensar que dependes de cosas que no puedes controlar, como el tiempo, terceras personas o cualquier otro tipo de circunstancia que exceda a tu control. Si piensas eso es que algo falla, créeme. Recuerda que todo es mucho más fácil de lo que parece, pero que es bastante probable que alguien lo esté complicando todo sin que seas consciente de ello. Muy probable. Como también lo es que quien lo complica todo sea precisamente quien ahora lee estas líneas.

Insisto, si comprendes esto, todo cambiará. Te lo aseguro.